Aunque no fue la primera vez que se planeaba la construcción de un buque que navegaba en inmersión, en 1885 la novedad era que se propulsaba por medio de la energía eléctrica.
El ministro autorizó la construcción del aparato por Real Orden de 4 de octubre de 1886, con un crédito inicial de 25 000 pesetas. En abril del año siguiente, el nuevo ministro de marina, Rafael Rodríguez de Arias, autorizó la construcción.
El coste final del proyecto quedó según el siguiente desglose:
Elemento |
Precio |
---|---|
Baterías y acumuladores | 75 000 ptas |
Tres dínamos | 25 500 ptas |
Tres locomóviles | 30 000 ptas |
Dos motores de 30 CV | 12 000 ptas |
Tres motores | 4500 ptas |
Tubo de lanzar torpedos | 20 000 ptas |
Casco del buque | 7500 ptas |
Jornales y varios | 125 000 ptas |
Total | 299 500 ptas |
La comisión impuso las siguientes pruebas a superar por el prototipo:
- Velocidad.
- Navegación en superficie y evoluciones.
- Inmersión dinámica, con pruebas de velocidad.
- Lanzamiento de torpedos en superficie e inmersión.
- Pruebas de mar de carácter táctico.
Aunque el buque tuvo éxito en los tres simulacros de ataques nocturnos, fracasó en el diurno contra el buque Cristóbal Colón y otras unidades menores, cuando fue detectado a 1000 m del crucero. Igualmente, la comisión decidió que el buque no superaba los criterios de autonomía, a pesar de que Isaac Peral comprometió una autonomía que el prototipo sí cumplía. El proyecto se cerró.