Juicio
Del latín iudicium, el término juicio, tiene diversos usos y acepciones. El mismo refiere, por una parte, a la facultad maniquea del alma, es decir, aquella que permite al individuo discernir entre el bien y el mal o entre lo verdadero y lo falso. Pero, además, es también la expresión de una opinión, un dictamen o un parecer.
El juicio se encuentra conformado sintácticamente por un sujeto (el concepto de objeto), un predicado (el concepto que se aplica al sujeto) y la cópula (aquello que establece si lo pensado es propio o no del objeto del juicio).
El juicio y la justicia
Emitir un juicio es sinónimo de una búsqueda por aplicar justicia. Por ejemplo, en la frase “el hombre es mortal”, “hombre” es el sujeto, “mortal” es el predicado y “es” es la cópula. Otro ejemplo se puede observar en la expresión “A mi juicio, no estás haciendo las cosas correctamente”.
Pero además, el estado de lucidez mental y de sana razón que se opone al delirio y a la locura. Dos ejemplos: “Parece que perdiste el juicio ese día; de ninguna manera se cumplirán tus demandas”, “El director de la empresa es un hombre de juicio, quien no toma decisiones a la ligera”.
El juicio judicial
El concepto de juicio también es aplicable al ámbito jurídico y legal, en virtud de que el mismo representa a una controversia entre partes que se someten a las órdenes de un tribunal.
En este sentido, supone que hay una sustentación de derechos o intereses que se contraponen a lo defendido por la parte contraria.
A manera de ejemplos: “pienso llevar a juicio a todos los periodistas que me calumniaron”, “Mi padre inició un juicio contra la empresa que lo despidió injustificadamente y no le pagó la indemnización correspondiente”, o “El juicio terminó con todos los acusados sentenciados”.
Juicios injustos de la historia
Por desgracia, el ser humano se empeña en imponer sus propias reglas por encima de las del resto de los seres vivos, atacando sin ser atacado, exigiendo sin aceptar sus errores.
E incluso, su característica más sobresaliente, y penosa por demás, no es el daño que causa a las demás especies, sino a sí mismo. A continuación, se exponen algunos ejemplos de juicios en los que los acusados fueron sentenciados a pesar de ser inocentes.
La grandiosa Atenas de la época del filósofo heleno Sócrates, creador de la mayéutica, aún sufría las consecuencias del conflicto bélico con los espartanos, lo cual llevaba al pueblo a dudar de los beneficios del sistema democrático.
Sin embargo, Sócrates insistía en que no había un mejor modo de gobierno, y se oponía fervientemente al suyo para expresar sus ideas con entera libertad. Esto le valió una condena a muerte por envenenamiento.
Otro de los juicios injustos más destacables de la historia fue el imputado a Jesucristo. Su autoproclamación como el Hijo de Dios lo llevaría a convertirse en una de los personajes más enigmáticos de la historia de las religiones, a través de sus numerosos milagros, declaraciones y enseñanzas. Fue crucificado y asesinado sin piedad por los antiguos romanos.