El origen de la vida, ha sido siempre uno de los temas que más ansiedad ha producido entre los hombres más inquietos de pensamiento.
¿Los seres vivos se originaron de forma espontánea partiendo de la materia inerte? Hoy en día las personas con cierta cultura científica, toman la explicación de Darwin y algunos de los aspectos esenciales del problema, para sustituir, en parte esa ansiedad por el placer espiritual que da el avance en el conocimiento.
La verdad del origen de la vida
Lo cierto es que a los conocedores de este tema, el desasosiego y la inquietud los sigue inundando con más profundidad: ¿Qué mecanismos, explican los "avances" evolutivos?.
¿Qué se puede decir del origen de los propios seres vivos?, pues se creía que los gusanos podían generarse espontáneamente a partir del agua, la fruta o la carne descompuesta.
Pero a lo sumo, todo lo que se puede hacer es idear explicaciones de las formas más verosímiles por los que la vida surgió en el planeta, sin llegar a asegurar que los hechos fueron de cierta manera.
Es muy sencillo contemplar el origen como solo un capítulo en la historia de la evolución de los seres vivos y sin embargo, no es cuestión de intentar cambiar el "todo se vale" por el “nada sabemos". Inevitablemente, cualquier especulación sobre el origen de la vida debe estar sustentada sobre datos confiables.
Importantes descubrimientos
Mientras más fuerza y rigor sugestivo presenten estos apoyos, mayor será la credibilidad que tendrá la especulación, pues que la vida tiene un origen es una idea muy arraigada en las antiguas tradiciones filosóficas y religiosas, siendo una concepción que se suele ofrecer bajo la forma de creencias en una creación sobrenatural.
Toda célula, incluso las bacterias consideradas elementales, están repletas de dispositivos moleculares que constituirían la envidia de cualquier experto nanotecnólogo.
Y a medida que van desplazándose incesantemente por el interior de la célula, esas máquinas de imitación de moléculas genéticas, transportan nutrientes de un sitio a otro convirtiéndolos en energía, construyendo y reparando las membranas celulares, y transmitiendo impulsos químicos o eléctricos.
Resulta imposible imaginar la manera en que esos mecanismos celulares pudieron formarse de forma espontánea al momento de surgir la vida hace unos 3700 millones de años, pero explicar el origen de la vida así de simple, resulta en una paradoja, pues hacen falta proteínas (así como la información que se almacena en el ADN) para fabricar proteínas.
Esta paradoja podría desaparecer si los organismos primarios no hubiesen necesitado las proteínas para nada, pero recientes experimentos arrojan datos de que se podría haber formado moléculas genéticas de forma espontanea similares al ADN, o a su pariente cercano, el ARN.
Avances y evolución
Se ha descubierto que podría haberse seguido una vía en la formación de ARN partiendo de compuestos que conformaban la Tierra primitiva.
Otros estudios defienden la hipótesis de que las moléculas que contenían las células primitivas semejantes al ARN podrían haber encontrado una manera de ensamblarse de forma espontánea, para luego evolucionar y reproducirse hasta llegar a la manera de dar lugar a toda forma de vida.
Quizá logrando contorsionarse para así adoptar diferentes formas y operar a modo de rudimentarios catalizadores, tal vez habrían logrado copiarse a sí mismas en función de reproducirse sin la necesidad de proteínas.
Muchos científicos ahora están intentando crear en sus laboratorios, organismos artificiales que puedan auto reproducirse, pues con ello la comprensión del surgimiento de vida en el planeta podría ser posible.
En el mecanismo de las células para fabricar de proteínas intervienen enzimas muy complejas que separan las hebras de ADN, extrayendo así la información que contienen los genes, es decir las instrucciones para que construyan proteínas y sean interpretadas para la obtención del elemento final.